Nostalgia

por Miguel
A+A-
Reset

Siempre se decía que Suramérica era sinónimo de talento, habilidad, gambeta y picardía, mientras que Europa, por el contrario, representaba un fútbol más físico, calculado, ordenado y frío. Algo así como la espontaneidad contra la máquina.

Después de ver la final entre Brasil y Argentina se ve muy claramente que las cosas ya no son tan así. Y es que teniendo en cancha a los dos jugadores más habilidosos del planeta, el partido no fue más que una andanada de faltas, alegaderas e interrupciones. Pura quemadera de tiempo, poco movimiento del balón. Y eso por no mencionar el espectáculo.

Con todo y eso, la historia de los dos equipos sigue siendo muy distinta. Más allá de Neymar y Richarlison y unos cuantos destellos de Paquetá, a Brasil le hace falta talento ofensivo. De hecho, es toda una paradoja que, salvo los ya mencionados, su primera línea de volantes, sus defensores centrales y sus arqueros sean los más valorados en Europa. Mucho más que suficiente, sin embargo, para ser de lejos el mejor equipo de Suramérica y el único con posibilidades reales de pelear el próximo mundial.

Argentina, por el contrario, es desde hace un tiempo la ley del todo vale. De ganar a como dé lugar. Cuesta explicarse, sino, que un equipo que cuenta con Messi, Di Maria y Lautaro, entre otros, tenga que jugar colgado de los palos como un equipo sin talento y, encima, haciendo faltas que más bien parecen sacadas de un partido de rugby.

Me llama la atención que hoy (al día siguiente del partido) todo el mundo aplauda el partido de Argentina. Claro, porque ganaron y, últimamente, a la luz de los resultados, ese parece ser el único análisis posible en el fútbol y hasta en la vida misma. Tampoco me gusta esa costumbre de los últimos tiempos de querer reducir todo un partido e incluso un campeonato a un solo jugador. Cualquiera se alegra por Messi. Eso no se discute. Pero, por momentos, siento como si la portada de los diarios ya estuviera hecha desde un principio y el desarrollo de la Copa no hubiera sido más que un simple trámite para embolatar bobos.

Aunque admiré el fútbol de Argentina durante mucho tiempo, siempre me quedaré con la actitud brasilera. No solo quieren ganar, sino que le exigen al equipo un jogo bonito que enamore al hincha. De lo contrario, prefieren ver las telenovelas o hacer cualquier otra cosa que implique un poco más al alma que ver a un montón de jugadores alegando y revolcándose en el piso.

Tal vez te guste