Noticias

por Miguel
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Abro las puertas de la casa a primera hora de la mañana. La neblina cubre todo el paisaje como si estuviéramos dentro de una gran nube o en uno de esos sueños absurdos que muestran en las películas. Significa que dentro de un rato habrá cielo despejado.

Miro la hora en el teléfono y cuando menos pienso, estoy inmerso en el tétrico universo de las noticias. El mundo va mal. Muy mal. Extremadamente mal. Y no tiene nada de raro. Después de todo, la lógica de las noticias no permite pensar de otro modo y busca suplantar a la vida real, por llamarlo de alguna forma, como si no se hubieran convertido, ante todo, en una forma de entretenimiento que cumple con la cuota diaria de indignación que cada quien necesita.

Hay épocas en que no paro de leer noticias. Seguramente cuando no quiero pensar demasiado y prefiero andar distraído en cualquier otra cosa. Aun así, siempre me llama la atención que se hable tanto de las mismas personas y de los mismos lugares, como si el planeta entero fuera apenas un pequeño teatro.

Hay épocas, por el contrario, en que no leo ni media noticia o, como mucho, repaso los titulares, solo para comprobar que las noticias conforman un mundo tan reducido que siempre terminan pasando el mismo tipo de cosas.

Para ayudarme a no confundir el mundo de las noticias con el de la vida real, me gusta imaginar un periódico con noticias que podrían salir publicadas cualquier día y no faltarían demasiado a la verdad: el nuevo paro de la educación, el hallazgo de un exoplaneta donde parece haber agua, la corrupción del Gobierno, la reducción en los cultivos de coca, las inundaciones, la separación de cualquier actriz, el regreso de Julio Comesaña al Junior de Barranquilla, la inseguridad en las calles, la posibilidad de que exista una nueva partícula que hasta ahora no se había considerado, las sequías, el siniestro de un avión, el estallido de una guerra en Medio Oriente, el recorte de fondos para la cultura, el aumento de los cultivos de coca, el aumento de la desigualdad, la muerte de la persona más longeva del mundo, las declaraciones lunáticas de los grupos subversivos, los terremotos, la extinción de una especie, el matrimonio de algún actor, las infantiles promesas de cambio de la oposición, la destrucción del planeta, la posible caída de un dictador que lleva años en el poder, muertos, muertos y más muertos y bala y bala y bala y etcétera y etcétera.

Nunca está de más relativizar las noticias para tomar cierta distancia y entender que se trata de una de las formas más poderosas de ficción. Una modalidad completamente manipulada de entretenimiento, especialmente, en lo que concierne a la tal política que, al final de cuentas, termina siendo un canal de las frustraciones individuales del que se aprovechan unos pocos. La vieja y querida evasión, acompañada del querer culpar exclusivamente a otros de los problemas, en lugar de enfrentar, al menos en parte, la propia vida. No es de extrañar que a partir de un escenario como ese, mucha gente se la pase discutiendo a favor o en contra de otras personas a las que ni siquiera conoce.

Los primeros rayos de sol comienzan a romper la neblina. Dejo el teléfono sobre la mesa de afuera y voy a coger unas naranjas que acabo de ver ya maduras en el palo del frente. Eso, por ejemplo, nunca saldría en las noticias. Afortunadamente.

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