Siempre fue un misterio para mí. Me ponía a ver a los demás y encontraba que muchos, desde muy temprano, ya más o menos sabían lo que querían hacer con sus vidas. En teoría, claro está.
Mi persona, por el contrario, vivía en una especie de paradoja. Me gustaban demasiadas cosas a la vez, pero más bien de pasada. Sin que en ningún momento se me ocurriera entregarles mi dedicación exclusiva. Al contrario. Todo lo que oliera a definitivo, solía esquivarlo. Mil y mil veces, prefería dejarme llevar por los cúmulos de posibilidades sin concretar.
Un soñador, en definitiva. Como cualquier piscis.
Aun así, a veces me preguntaba si no habría algo mal conmigo. Si no me haría falta algo que ya muchos tenían o si, a lo mejor, no me había enterado de algo que todo el mundo sabía desde el principio.
Más allá de eso, las actitudes tan seguras por parte de los demás siempre me parecieron sospechosas. Me costaba aceptar que tantos vieran las cosas de una manera tan clara y a la vez tan simple. Tal vez por eso, sentía una especie de desprecio por todos aquellos que hablaban con cierta propiedad sobre sus supuestos rumbos. Después de todo, no me imaginaba que algo como eso fuera posible y solo los veía como a niños grandes que juegan a tener la vida bajo control.
La verdad, nunca me interesó estar seguro de nada ni tuve ningún afán por mostrarme tan delineado y unidireccional como si alguien me hubiera programado al nacer. Con todo y eso, el asunto del rumbo y la seguridad de las personas nunca dejó de causarme curiosidad.
En ese tiempo, además, había otro tema. Porque una cosa era que uno de pronto medio sirviera para algo o que mostrara cierta facilidad, pero otra muy distinta que uno estuviera obligado a dedicarse a algo por el mero hecho de contar con cierta habilidad. Como si el mundo o la vida o como se le quiera llamar le dictaran a uno lo que tiene que hacer y uno simplemente obedeciera sin dudarlo.
Todos estos recuerdos de pensamientos confusos vuelven a mí después de ver durante horas los Juegos Olímpicos. La máxima expresión de las personas enfocadas. Enrutadas. Continuas. Disciplinadas. Personas que no parecen albergar dudas. Pero que obviamente las tienen. Como todo el mundo.