Durante seis años, que inicialmente iban a ser diecinueve, el bloguero iraní, Hossein Derakhshan, estuvo preso debido a sus posiciones críticas frente al régimen de Irán. En todo ese tiempo, y siendo un pionero de los blogs en su país, nunca tuvo acceso a internet. Por eso, luego de ser liberado, Hossein se sorprendió con lo mucho que habían cambiado las cosas en la red.
Lo que más le llamó la atención fue cómo había ido muriendo el sueño de los links o hipervínvulos que permitían una navegación no-lineal que solía conducir hacia los sitios más impensados de la red, en detrimento, ahora, de unas burbujas, llamadas redes sociales, cuyo principal objetivo consistía en capturar la atención de sus usuarios durante el mayor tiempo posible.
En ese entonces (2014), Hossein publicó un ensayo al respecto, en el que observaba cómo del internet-libro se había pasado entonces a un internet-televisión que convertía al usuario en un ser cada vez más pasivo, a merced de contenidos hiper centralizados y jerarquizados.
Esto lo leí hace hace ya un tiempo y, con el paso de los años, no ha hecho más que incrementarse.
Y es que más allá de los gustos, no hay duda de que cualquier página o aplicación resulta mucho más rentable si mantiene entretenida a la gente con un video que impone su propio ritmo y que no buscará, de ningún modo, la síntesis que fácilmente pueden lograr unas cuantas líneas.
Siguiendo con esta lógica, tenemos también las series que, obviamente, pertenecen a la televisión-televisión y que si bien existen hace ya bastante, han ganado en calidad hasta pasar a ser consideradas por mucha gente como el culmen narrativo de nuestro tiempo.
Una simple opinión que, sin duda, algún productor lanzó un día cualquiera y que, poco a poco, las personas empezaron a repetir como loros hasta que ese mismo concepto invadió, incluso, un lindo discurso de premio Nobel de literatura como el de Olga Tokarczuk.
Y no sé. Cualquiera podría decir que es una cuestión de gustos. Y puede que sí. Sin embargo, también es fácil caer en la tentación de confundir lo más difundido con lo mejor logrado, sin tener en cuenta que las series realmente buenas son en verdad pocas.
En este momento se me ocurren algunas: The Wire, Mr. Robot, Sherlock, Mad men, Fargo, Breaking bad, Westworld, The Marvelous Mrs. Maisel…
El asunto es que la gran mayoría de las series, por el contrario, entran en la misma categoría de los videos que estiran y estiran lo evidente, al peor estilo de las telenovelas que aprovechan su buena audiencia para alargar las tramas hasta límites insufribles.
Sobra decir que las series se agradecen un montón. Por lo general, al final del día, si no hay nada mejor que hacer, resulta apetecible dejarse llevar por cualquier cosa medianamente entretenida y, de esta manera, seguir una trama que nos permita encontrarnos, noche a noche, con personajes conocidos.
Y está muy bien. Pero de ahí a creer que las series actuales narran nuestro tiempo mucho mejor que todo lo demás sí me parece que hay demasiado trecho.
En mi caso, por lo menos, prefiero mil veces los libros y las películas.
La verdad, eso era todo lo que tenía para decir. Y aunque podría seguir patinando otro rato en torno a lo mismo, esto no es un video para capturar la atención de nadie.
De modo que no: mejor dejémoslo así. Al final de cuentas, no gano nada con esto.