Primero falló uno. Un día lo apagué normal y, luego, cuando fui a prenderlo, la pantalla se quedó oscura. Hice entonces todo tipo de intentos. Más o menos lo típico. Lo que se suele hacer en esos casos. O sea ensayar varias veces lo mismo como un tarúpido. O como si uno sospechara que la realidad acaba de fallar y que solo es cuestión de darle unas cuantas oportunidades.
Al final lo llevé al pueblo y anduve de reparadero en reparadero hasta que di con un man que pareció entender el problema. Revisó el computador, puso cara de experto y dijo que debía cambiar el disco duro.
La siguiente vez que hablé con el hombre, dijo que ya no era el disco duro, sino la memoria RAM. Pero a los días resultó que tampoco era la memoria RAM y que recién había descubierto que se trataba de la BIOS y, supuestamente, había conseguido arreglar el problema.
Al llegar a casa prendí el computador y lo primero que hice fue instalar el programa que uso para escribir. Desafortunadamente, solo llegué hasta ahí. Porque enseguida me salió un error todo extraño de Windows y no hubo forma de seguir.
Al día siguiente lo llevé de vuelta y me dijeron que, dada la complejidad del asunto, tendrían que enviarlo a Medellín a un servicio técnico aun más especializado. No tuve más remedio que volver a dejar el computador y, mientras tanto, seguí trabajando en otro más sencillo que tengo de repuesto.
Después de un par de semanas, el computador regresó de Medellín y fui a recibirlo al pueblo. Me explicaron entonces varias cosas. Que tenía dañado a nivel físico el no sé qué del video y que, después de consultar con varios especialistas, habían decidido no arriesgarse a arreglarlo, pues estaría en juego un daño aún mayor.
Todo eso se traduce en dos cosas. Que no se puede conectar el computador por HDMI a ningún televisor ni proyector y que solo sirve Windows 7. Los demás Windows, al parecer, exceden la capacidad.
Esta vez, el programa que uso para escribir sí se dejó instalar. Sin embargo, al tratar de bajar películas y poner una nube, volvió a salirme el mismo error de antes.
Ah, y para completar, el otro computador también se dañó y tuve que llevarlo y luego volver a llevarlo. Pero mejor ni lo cuento. Es de esas historias aburridas, llenas de pequeños detalles, que solo le interesan al afectado y que, por lo general, a nadie le dan ganas de escuchar.