Visita

por Miguel
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Nada que llega mi mamá. De pronto manda un mensaje diciendo que se demoró. Que apenas va por La Ceja.

Cata y yo aprovechamos entonces para dar una vuelta y comprar cosas. Luego, mientras hacemos tiempo, nos ponemos a ver Bélgica-Portugal y justo nos toca el gol.

Al rato suena el teléfono y mi mamá por fin aparece. Acaba de chocar un bolardo al entrar al parque. Unas policías muy queridas atendieron la situación y se salvó de la multa.

Compramos arroz chino y seguimos para la casa. Mi mamá no conoce el camino y la carretera está bastante encharcada. Mi mamá avanza despacio, detallando el paisaje, señalando cosas. Detrás viene un carro. Todos muy pacientes.

Los gatos salen a inspeccionar el carro. Recorremos la casa y parte de los alrededores. Mi mamá se nota contenta. Almorzamos en el corredor de afuera recibiendo el sol de la tarde. Los gatos no dejan de hacer malabares en la silla que parece un trono y hasta se dejan tomar fotos.

Figna (mi hermano) y César (mi tío) andan ambos de cumpleaños. Los llamamos, pero ninguno de los dos contesta. Al rato responde César. Anda con la novia y con amigos. Debe madrugar a las cuatro de la mañana, así que mejor celebrar temprano.

Mi mamá iba a traernos el baúl que mandó hacer en El Retiro. Pero justo el carpintero se enfermó y al final no pudo entregarle nada. A cambio, mi mamá nos trajo varias cosas que tejió para nosotros. Un gorro de lanas de varios colores para cada uno. Una bufanda café para mí y un chal moebius para Cata. Todo nos queda perfecto. Solo habrá que alargar un poco más la bufanda.

Vemos el atardecer y, como el frío aún me pone a toser, nos guardamos antes de que oscurezca.

Figna por fin aparece. Le cantamos el Sapo Verde y le preguntamos novedades. Anda en Santa Sofía, Boyacá, donde el amigo que le está ayudando a hacer la yurta. De hecho, ya terminó de cortar todas las maderas y ahora solo le toca esperar a que mejore el tiempo para montarla.

Comemos arepa de chócolo con quesito. Colgamos la pantalla y proyectamos una película. Los gatos vienen también al sofá. La película está buena. Mi mamá, sin embargo, comienza a pestañear hasta quedar profunda. Por momentos abre el ojo y vuelve a quedarse dormida.

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