Convocatoria

por Miguel
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Justo cuando empiezo con estos apuntes diarios aparece una convocatoria de relatos rurales de la Gobernación. El plazo vence el jueves (en tres días) y aunque no tengo nada listo, me pongo a trabajar en la propuesta que, en cierta forma, coincide con lo que quise hacer el año pasado en México y que se vio interrumpido por la pandemia.

La idea es escribir entre ocho y diez relatos de cuatro o cinco mil palabras cada uno. Algunos sobre la vida cotidiana en la vereda y otros más tipo crónica sobre lugares y oficios representativos de la región.

Se me ocurre visitar un horno tradicional para cocer barro, de los pocos que todavía quedan en el campo. Conocer cada una de las partes del proceso y averiguar de dónde nace la tradición. También me gustaría ver cómo se hace la tapetusa en las veredas más alejadas del casco urbano. Esas a las que toca ir en escalera. Y luego en mula. O a pie. Por allá donde comienza a formarse el cañón de Santo Domingo. Y obviamente recorrer después el cañón y llegar hasta Cocorná por el río Melcocho.

Catalina también se presentará a la convocatoria en la modalidad de artes. Su idea es hacer unos bocetos de la naturaleza, enfocados, por así decirlo, en las relaciones de los elementos. Especialmente el agua que, en medio de su fluir, va esculpiendo el paisaje y hace posible toda la vida en sus distintas manifestaciones. Cada elemento estará representado por un mismo color en cada uno de los cuadros. La unidad temática, que llaman.

En el fondo no sé muy bien de qué se trata mi propio proyecto. Con todo y eso lleno a las carreras un primer borrador de toda la carreta que piden. Por momentos, me siento como un vendedor de humo. Luego pienso que no. Que se trata de un simple excusa para andar y escribir. Y que tampoco puede ser tan grave.

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